Google+ SAN MARTÍN DE LA TERCIA: TIEMPO

martes, 16 de octubre de 2012

TIEMPO

Es un tema recurrente cuando no sabes que decirle a un vecino o desconocido cuando coincides en el ascensor, pero no es del tiempo atmosférico al que voy a dedicar unas líneas sino al cronológico.

            Nos solemos referir al tiempo con expresiones opuestas y contradictorias:
El tiempo es oro……para algunos más que para otros.
Nos lo ha dado Dios……el que da también quita.
Tengo todo el tiempo del mundo……a veces falta.
No tengo tiempo…..según para que.  
Me sobra el tiempo……pues no lo desperdicies.
Te esperaré todo el tiempo……hasta que te olvide.
Te dedicaré todo el tiempo……que me sobre.
Para ti no tengo tiempo……ni falta que hace.
No tengo tiempo para hacer lo que quiero……poco quieres.
Como pasa el tiempo……cuando ya ha pasado mucho.
No perdamos el tiempo……ya era hora.
            Expresiones como estas y otras muchas más utilizamos todos los días. Pero lo hacemos en general sin pararnos a pensar lo que significan cada una de estas expresiones, que en general son contradictorias sobre el valor del tiempo, que es lo único real en nuestra vida o quizá mejor seria decir que nuestra vida es tiempo.
            He dicho que estas expresiones son contradictorias, aunque no es exacto del todo, son expresiones que se han utilizado en épocas en las que el tiempo se valoraba de otra forma. Históricamente, a grandes trazos se podrían establecer dos épocas.
            Desde el inicio del ser humano el tiempo iba unido al proceso natural para sobrevivir, alimentarse, dormir, engendrar, etc. y aunque se iba avanzando en la historia con nuevas situaciones socioeconómicas y culturales, sembrar, recolectar, viajar, etc. el tiempo no tenía especial importancia económica.
            A partir de la revolución industrial el tiempo adquirió otra dimensión, la producción de objetos y elementos que tenían un coste relacionado con salarios y materias primas incorporó la utilización de los relojes, no solo para saber las horas del día, que hasta entonces las marcaba el sol directamente para todos por igual, sino como una de las medidas para valorar los costes de los productos manufacturados aumentando la productividad y obteniendo mayores beneficios.
            Este hecho es el que ha cambiado el valor del tiempo, que ya no nos pertenece,  porque lo vendemos a cambio de un dinero que utilizamos para comprar lo que nosotros producimos, y mientras mas producimos mas consumimos, no solo bienes y productos sino nuestro tiempo, que es el único valor real del que disponemos o mejor dicho podríamos disponer si fuéramos dueños de él.

            El tiempo es el mayor valor que podemos poseer, tiene una característica especial, debemos de utilizarlo según nos va llegando, no podemos guardarlo para mas tarde ni consumirlo antes de que llegue, cada momento es diferente, sin embargo de los bienes de que disponemos es el que menos aprovechamos, otros lo hacen por nosotros.           
            Cada vez es más importante diferenciar lo fundamental de lo superfluo, nuestra capacidad para establecer esas diferencias nos permitirá conseguir, que al menos, una parte de nuestro tiempo seamos felices.
            Sólo si somos capaces de saber, que cada afán tiene su  momento, podremos estar satisfechos por cómo vivimos, porque la vida es vivir cada instante como deseamos vivir.
Amen.
José Luis Fernández Suárez

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